miércoles, 23 de marzo de 2016

"Cofrades bien formados" Asenjo Pelegrina

Queridos hermanos y hermanas:
Dirijo esta carta semanal muy especialmente a los miembros de las Hermandades de la Archidiócesis, a los que manifiesto mi aprecio y afecto, con la conciencia de que estas instituciones brindan a los pastores de la Iglesia un ingente potencial religioso y evangelizador, pues son para muchos de sus miembros, lo mismo que la Iglesia, sacramento de Jesucristo, es decir, camino, medio e instrumento para el encuentro con Dios. En este sentido, suscribo de corazón la afirmación del Papa Francisco en su encuen- tro con las Hermandades de todo el mundo el pasado 5 de mayo: en las Hermandades tiene la Iglesia un tesoro porque son un es- pacio de “encuentro con Jesucristo”.
Evocando mis encuentros con las Hermandades en sus cultos o en mi casa, quiero subrayar una vez más a los Hermanos Mayo- res, Juntas de Gobierno y Directores Espirituales, la esencial di- mensión religiosa de estas corporaciones. En el comienzo del curso pastoral, quiero pedirles también que custodien con mimo sus mejores esencias, entre ellas la comunión con la Archidiócesis y la parroquia. Les pido además que mantengan con claridad y sin equívocos su clara identidad religiosa y que no consien- tan que la dimensión social o cultural, de suyo relativa y secundaria, prevalezca sobre lo que debe constituir el corazón de estas instituciones, que son, ante todo, asociaciones públicas de fieles con una finalidad muy clara, el culto, la santificación de sus miembros, el apostolado y el ejercicio de las obras de caridad. Os recuerdo la frase feliz del Papa Benedicto XVI en su encuentro con las Hermandades de Italia en el año 2006: “Las Hermandades son escuelas de vida cristiana y talleres de santidad”.
Defender todo esto es servir a la verdad más auténtica y profunda de las Hermandades, mientras que permitir que estos valores se desvirtúen, es abrir la compuerta a la secularización interna, un mal fatal que todos hemos de tratar de conjurar. De poco servirían, queridos cofrades, vuestros cultos esplendorosos y la belleza de vuestras procesiones, si en vuestra vida asociativa la primera preocupación no es vuestra santificación, el amor a Jesucristo y a su santa Iglesia, la comunión fraterna, la unidad en el seno de la Hermandad y la comunión con los pobres. Estaríamos ante un enorme tinglado de cartón piedra, detrás del cual sólo existe el vacío.
Quiero insistir especialmente en esta carta en la importancia de la formación cofrade. Sólo se ama aquello que bien se conoce. Sólo podremos vivir con hondura nuestra vocación cristiana si conocemos el misterio y la persona de Jesucristo y las verdades capitales de la fe y de la moral cristianas. Os recuerdo el texto bien conocido del apóstol San Pedro, en el que pide a los cristianos, que viven en un mundo pagano y hostil, que "estén siempre dispuestos a dar razón de su esperanza a todo el que se la pi- diere" (1 Ped 3,15). El mundo de hoy guarda muchas analogías con aquel al que debieron enfrentarse los primeros evangeliza
(leer más en el siguiente enlace)
http://www.archisevilla.org/secciones.php?sec=10&ssec=28&id=1708&busca

No hay comentarios:

Publicar un comentario